Penélope,
con su bolso de piel marrón
y sus zapatos de tacón
y su vestido de domingo.
Penélope
se sienta en un banco en el andén
y espera que llegue el primer tren
meneando el abanico.
Dicen en el pueblo
que un caminante paró
su reloj
una tarde de primavera.
"Adiós amor mío
no me llores, volveré
antes que
de los sauces caigan las hojas.
Piensa en mí
volveré a por ti..."
Pobre infeliz
se paró tu reloj infantil
una tarde plomiza de abril
cuando se fue tu amante.
Se marchitó
en tu huerto hasta la última flor.
No hay un sauce en la calle Mayor
para Penélope.
Penélope,
tristes a fuerza de esperar,
sus ojos, parecen brillar
si un tren silba a lo lejos.
Penélope
uno tras otro los ve pasar,
mira sus caras, les oye hablar,
para ella son muñecos.
Dicen en el pueblo
que el caminante volvió.
La encontró
en su banco de pino verde.
La llamó: "Penélope
mi amante fiel, mi paz,
deja ya
de tejer sueños en tu mente,
mírame,
soy tu amor, regresé".
Le sonrió
con los ojos llenitos de ayer,
no era así su cara ni su piel.
"Tú no eres quien yo espero".
Y se quedó
con el bolso de piel marrón
y sus zapatitos de tacón
sentada en la estación.
Me ocurre la contrariedad de sentirme identificado en éste momento de mi vida con Penélope. Un miedo hueón con el que cualquiera podría filosofar. Una utopía con la que el adolecente no puede soñar porque es impulsivo x esencia y que en ésta canción choca con la realidad. Es que nadie puede estar solo sin crecer, ni esperar sin pensar en el presente lleno de carencias. Al principio soñaba muy seguido con nubes y pájaros, también soñaba que todo me daba lo mismo, lo cual me mantuvo vivo unas 8 horas diarias. Después dejé de dormir, xq me despertaba en unos escombros que no te dejan hacer nada.
"...Cuando su esposo Ulises embarcó para la guerra de Troya, junto con los otros príncipes Griegos, Penélope quedó a cargo del reinado de la Isla, con la única ayuda de su joven hijo Telémaco. Creyendo que Ulises había muerto, no menos de ciento veinte jóvenes príncipes insolentes de las islas que rodeaban Itaca empezaron a cortejar a Penélope pero ella estaba segura, porque se lo decían su intuición y su corazón, de que su esposo vivía..."
"La abstinencia, la rigidez, la versatilidad y el encanto de Penélope no tiene orígen en una moralidad forzada, sinó en la certeza de que todo saldrá bien."
Ese optimismo puede sustentar un reino, pero no me interesa, la felicidad es efímera y mi mejor momento estuvo soñando con un pasado que pudo ser real, y la incertidumbre me hace crecer... espero...
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