miércoles, 28 de julio de 2010

De cantar

Subí al cielo con una escalera, porque era la única forma de subir, por lo menos con la seguridad de mantenerme ahí. Me gustó, así que bajé por mi martillo y mis clavos, y un par de tablas. Sobre una nube instalé mi cama, claro que de repente se corría, pero al rato venía otra. Sobre otra nube puse la tele, y las tormentas me hacían de antena de vez en cuando. Finalmente el refrigerador, y como nunca falta la bandada, tenía carne congelada por el resto del año.
Variación 1
Como siempre que surgen nuevas expectativas, el vuelo realizado por la ensoñación se empaña de nubes y el ahogo por el humo blanco hace caer a la más incómoda de las superficies. De frente, el impacto recibido vuelve a paralizar el tiempo para reflexionar. ¿Cómo lo hacen esas piedrecillas para instalarse tan inoportunas en el homóplato? En el recogimiento invertido, la respuesta, nada como mirar al cielo desde la seguridad de la tierra, claro que con el dolor en la espalda cualquiera es pesimista.
Qué susto mamá qué es
Qué susto mamá qué es
Tembloor, tembloor, la tierra se movió
Es muy natural, que se quiera sacudir
Por que la producción en masa no permite más que mirar la punta de los zapatos, y aburrido de ésto, Poseidón tira nuevamente la talla, sale polvo, y los que no vuelan tosen.
Vuelvo a caer en cuenta y la piedra ya forma parte de mí. A veces me rasco y sale, pero la vuelvo a poner porque me da frío. Entonces camino recto por un sendero, piedra a cuestas y bastón en mano, minutos más tarde, me rasco la espalda, miro la piedra, la tomo y la tiro lejos.
La situación se podría transformar en un juego, pero la moraleja del cuento es otra, otra que no podría buscar yo, si menos encontrar ustedes, porque no existe, pero el cuento si existe, y con eso basta y sobra. Esa mala costumbre de desviar las fábulas, dirás tú, pero quien lo viva entenderá, y quien no lo viva, pasará a la fosa común de la existencia, esa a la que los depresivos y suicidas temen más que al infierno(porque además, no creen en el infierno). Las cosas son, y cuando no son, empeoran la balanza, del 10% más poderoso, y el resto...
Variación 2
Caminaba sin sentido por la ladera de un cerro, cuando me bajó el antojo por los aviones de papel. Corrí hasta la punta, justo al límite con la quebrada, y me vino el vértigo, así que rápidamente me puse a armar unos diseños que mi hermano mayor hacía con bastante más habilidad que yo. Era como si estuviera dentro de cada uno de ellos, incluso los más asimétricos, los que se iban para atrás, o los que caían en un segundo a la punta de mis pies. Y sí, sentía el impacto y la frustración de estrellarme contra el suelo, para los ingenuos que aún preguntan. Hubo uno en particular que llegó tan lejos que se me perdía de vista, y sin querer lo perseguí, lo perseguí hasta caer. En el camino me transformé en todos y cada uno de ellos, desde el más hábil, hasta el más torpe, corregí mi postura temerosa en el camino, ya no era miedo a las alturas, eran ganas de rebotar y hacerlo una y otra vez, hasta que perdiera sentido.


Horacio Salinas - Bajo el cielo nacido tras la lluvia(Versión original: Jorge Teillier)

Bajo el cielo nacido tras la lluvia
escucho un leve deslizarse de remos en el agua,
mientras pienso que la felicidad
no es sino un leve deslizarse de remos en el agua.
O quizás no sea sino la luz de un pequeño barco,
esa luz que aparece y desaparece
en el oscuro oleaje de los años
lentos como una cena tras un entierro.


O la luz de una casa hallada tras la colina
cuando ya creíamos que no quedaba sino andar y andar.


O el espacio del silencio
entre mi voz y la voz de alguien
revelándome el verdadero nombre de las cosas
con sólo nombrarlas: "álamos", "tejados".
La distancia entre el tintineo del cencerro
en el cuello de la oveja al amanecer
y el ruido de una puerta cerrándose tras una fiesta.
El espacio entre el grito del ave herida en el pantano,
y las alas plegadas de una mariposa
sobre la cumbre de la loma barrida por el viento.


Eso fue la felicidad:
dibujar en la escarcha figuras sin sentido
sabiendo que no durarían nada,
cortar una rama de pino
para escribir un instante nuestro nombre en la tierra húmeda,
atrapar una plumilla de cardo
para detener la huida de toda una estación.


Así era la felicidad:
breve como el sueño del aromo derribado,
o el baile de la solterona loca frente al espejo roto.
Pero no importa que los días felices sean breves
como el viaje de la estrella desprendida del cielo,
pues siempre podremos reunir sus recuerdos,
así como el niño castigado en el patio
encuentra guijarros para formar brillantes ejércitos.
Pues siempre podremos estar en un día que no es ayer ni mañana,
mirando el cielo nacido tras la lluvia
y escuchando a lo lejos
un leve deslizarse de remos en el agua.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gustó más la variación dos, ese poema es demasiado sabio y aunque no lo creas sigo creyendo que "la felicidad no es sino un leve deslizarse de remos en el agua".7
Quiero hablar contigo.

Looo