Me vienes a ver con la excusa de recoger tus cosas. Dices que mi casa es muy bonita, y luego lloras en el umbral de mi puerta.
No sé qué decir, no estoy preparado para que ahora tú también me eches de menos.
Te acuestas en mi cama, y como siempre, vomito mis sentimientos sin ni una clase de filtro. No sé dosificar, no guardo nada para mañana, porque me acostumbré a la idea de que no habrá mañana para nosotros.
Preguntas si eres mi musa inspiradora. Yo automáticamente respondo que no, que eres mucho más que eso. Este amor no es poesía, en el estricto sentido de la palabra. Pero ahora vives lejos, te extraño, y todas las mañanas el mareo me exige tomar el antidepresivo que calma la angustia de separación.
No eres mi musa
No eres mi inspiración
Eres la persona con la que siempre imaginé que iba a casarme, tener muchos hijos, hablar todos los días, establecer una rutina, leer libros interesantes, discutir nuestras diferencias, besarnos en cada esquina de la casa, y hacer feliz a todo quien nos visite.
Pero en realidad eso nunca pasó, porque mucho tiempo fuiste poesía, solamente. Tuve que aterrizar mi absurda ilusión de imaginarte a mi lado cada mañana, e inventarme una vida real. Tuve que dejar de hablarte mentalmente, y abandonar la idea de encontrarme casualmente contigo sin que se notara que lo planeé durante semanas.
Y resulta que ahora, acostada en mi cama, preguntas si eres mi musa. Y yo automáticamente respondo que no.
No sé qué decir, soy realmente malo en esto. Creo que ocupé toda mi energía en el primer encuentro. Energía que duró un año y medio, pero que acumulé casi la mitad de mi vida. No sé dosificar. Lo mío contigo es intenso, y es real.
Muy real.
No es poesía
No podrías ser mi musa
No podría ser un bardo cantándote a lo lejos
Quiero ser tu terapia, tu saco de box, tu juguete sexual, tu figura paterna, tu análisis rebuscado, que pinta el cielo y no le gusta cómo queda, porque ella quería de rojo, pero no ese rojo, un rojo que sólo ella imaginó, y no tiene claro si quería rubio, o azul oscuro. Porque ese azul se parece mucho al del cielo diario, y ella tampoco lo quiere así. Pero así lo imagina, cuando no sabe lo que quiere.
Quizá, sólo se aburrió del racionalismo de ser ella misma, y busca escapar en quién se aburrió de la poesía. Porque poesía fuiste tú, pero ya no.
Ahora eres real
Y te fuiste, para dejar de serlo
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